El mapa electoral se ha vuelto muy claro: Una apabullante mayoría de izquierda y una oposición de derecha sólida.
Y enmedio, un enorme hueco donde regularmente ocupaba el espectro político el PRI.
Toda la gama de corrientes del tricolor ha sido pulverizada y galvanizada.
Los cuadros que tenían alguna influencia se han desplazado al ala moderada de Morena, donde se han encontrado con otros viejos conocidos: los del PRD.
Y la realidad es que a excepción del PAN y Morena, el resto de los partidos tienen una presencia casi espectral.
El PRI con todo y que controla gubernaturas, no cuenta con elementos que puedan argumentar algo a favor del partido. La base social ha huido al Movimiento encabezado por el Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador. La sangría priista, discreta, ha comprometido la operación diaria del día a día de un partido aristocrático que se ya vuelto inoperante.
El viejo partido no se renovó. En su estructura pulularon puros juniors cuya idea de hacer política era besar viejitos y sembrar arbolitos en campaña. Eran merolicos acostumbrados a una vida de lujos pagados por el erario.
Por otro lado, la bravata de Movimiento Ciudadano ha intentado sacudirse el estigma de partido franquicia y se observa cada vez más estructurado. Sus cuadros, jóvenes, no son porros aguerridos como los de la izquierda setentera, tampoco son los fifís a los que se refiere López Obrador en sus discursos. Por el contrario, son bastante ruidosos y espontáneos en su manera de hacer política.
La agresividad de los naranjas radica en las ideas. Son bravucones con conocimiento, que se documentan en situaciones específicas en ámbitos locales.
Lo mismo pelean una ciclovía, que mandan iniciativas de inclusión, al tiempo que luchan por tumbar el gasolinazo.
Su guerra no es contra el PAN, ni contra Morena. Su meta es llenar con propuestas esa enorme franja ideológica que ahora ocupa el cadáver del viejo dinosaurio.
Y no debe olvidarse que ya controlan un Estado importante como Jalisco. No son el Verde que dilapidaron capital social en un sexenio. Pueden ser un interlocutor válido con el nuevo régimen.
A no ser que Morena ya tenga esquirol.
*Jiribilla*
Los naranjas ya prendieron la mecha en el Congreso con la reversa al gasolinazo. Y tienen en todos los frentes bastante arsenal para dinamitar la narrativa de una sola vía que pretende establecer Morena.
La querencia. López Obrador no quiere ver muerto al Revolucionario Institucional. El nuevo PRI podría ser una sucursal de el viejo PRI.
Pero esa es una historia diferente